Por: Genís Roca
La historia sitúa en 1760 el inicio de la Revolución Industrial, es decir, de un proceso de transformación tecnológica, económica y cultural de la sociedad. La transición de una economía rural, basada en la agricultura y el comercio, a una economía urbana basada en la industrialización y la mecanización. Este proceso, posible gracias a la aparición de tecnologías como el vapor y la electricidad, se ha desarrollado durante casi 300 años porque cambiar una sociedad no es cosa de dos días, sino un proceso que en condiciones normales ocupa a varias generaciones.
Hoy somos nosotros la generación que inicia una nueva transición, esta vez hacia una sociedad digital. De nuevo, la humanidad vive un proceso de transformación económica, cultural y tecnológica que, sin duda, dará lugar a una nueva manera de organizar la sociedad. De nuevo estamos ante una tecnología que cambia el mundo, y si en su momento electrificamos nuestras ciudades, nuestras empresas y nuestras casas, ahora las estamos digitalizando. Pese al aparente vértigo de la tecnología actual, este es un proceso que empezó hace décadas y que se continuará desarrollando durante décadas. Aún quedan muchos años por delante de cambio.

El hecho digital está transformando la educación, el comercio, la movilidad, el ocio, la política, la economía, la cultura… es decir, no solo deberemos explorar los nuevos modelos de negocio que puede permitir, también deberemos estar atentos a los cambios que va a provocar en nuestro modelo de sociedad. Sin ir más lejos, de la misma manera que en estos últimos siglos hemos elaborado las reglas para ordenar las relaciones laborales, ahora deberemos discutir las reglas que ordenan la información. Será muy importante discutir y pactar de quién son los datos, quién los puede utilizar y para qué. Un nuevo capítulo en el contrato social que ordena el mundo.
La digitalización va a modificar los sistemas de producción y los modelos de negocio, y por tanto las estructuras de poder y los liderazgos económicos, políticos y sociales. Lo hemos visto en otros momentos de la historia y sabemos que cuando esto sucede hay oportunidades empresariales, pero también hay geopolítica y agendas sociales. El futuro, tanto de los negocios como de los países, dependerá de saber combinar las oportunidades que ofrece la tecnología con las nuevas necesidades para el desarrollo de una sociedad justa.
Somos hijos de la sociedad industrial y padres de la sociedad digital, y cada sociedad necesita su contrato social. Somos la primera generación de un cambio social que deberemos explorar, discutir y pactar. Nuestra tarea es repensar nuestra actividad empresarial de una manera más radical que no solo la mejora continúa, pero atentos a los cambios sociales que se van a producir. Esta tarea nos va a ocupar toda la vida, porque cambiar el mundo nunca ha sido sencillo ni rápido.
Los próximos 30 o 40 años definirán cómo será el mundo, igual que sucedió con la Revolución Industrial, y afortunadamente hay empresas como ISA que confirman su compromiso con el desarrollo justo incorporando este tipo de debates, y de responsabilidad, en espacios de reflexión y cocreación como *Inspiring Boards. Hacen bien, porque tenemos una responsabilidad generacional.
*Inspiring Boards 2023, encuentro internacional de directorios de ISA y sus empresas en Latinoamérica, que tuvo como misión fortalecer las buenas prácticas ASG y de gobierno corporativo.